Depresión: Lo que creo que vamos teniendo claro

En pocos días me siento bombardeado por una realidad. La depresión. Leo en un diario nacional un reportaje a dos páginas, con su grupo de trabajo correspondiente, una emisora que quiere hablar de ello, etc. Todo en un escenario de un rápido aumento de la demanda de ayuda psicológica. De repente me asalta la imagen de una burbuja a punto de explotar: hay una necesidad en rápido crecimiento y unos servicios públicos que no pueden con ello.

Antes era más fácil. Había una barrera clara entre enfermedad y normalidad. Los psiquiatras teníamos un terreno bien delimitado: unas enfermedades mentales, unos síntomas, unos tratamientos, generalmente medicamentosos. Si se hablaba de psicoterapia se abordaba como un recurso meramente de apoyo. Todo lo que se salía de ahí era poco más que "no han aprendido a tolerar la frustración". Como alumno escuchaba esto a los de la vieja escuela, callaba, pero me decía que no me encajaba. Entonces pocos profesionales de salud mental hacían su propia psicoterapia para vivir el lado de los pacientes. Era más habitual que tuvieran esa barrera clara y tranquilizadora. El sistema de atención en salud mental estaba organizado así.

Hoy esa separación entre enfermos y sanos ha sido superada. De igual manera los profesionales trabajan previamente en terapia sus propios problemas.

En el antiguo sistema los psicofármacos eran la respuesta que se podía ofrecer.

Hoy las personas ya saben que los psicofármacos son en muchos casos, particularmente en depresiones leves y ansiedad, soluciones parciales que no van al fondo de los problemas.

La barrera se ha roto. Hay mucho sufrimiento sin respuesta y con dificultades para ser absorbido por los servicios públicos. La atención primaria que se pone como filtro, tiene escasos recursos. En sus seis minutos apenas puede recetar un psicofármaco. En un diario se alude a la soledad como elemento precipitador de la depresión. La depresión, que antes designaba una enfermedad mental, es actualmente casi un sinónimo de tristeza. Me gusta más utilizar esta última. Soledad y tristeza son sentimientos humanos naturales de los que hablamos mucho menos de lo que los sentimos. Animo a ser consciente de ellos y a hablarlos con los amigos. Si puedes hablar de ellos, tienes amigos "diez". O eres, para mí, un amigo “diez”.

Estas son cosas que podemos hacer para curarnos emocionalmente. Ahí siento que puedo estar en el género equivocado: los hombres tenemos más dificultades en compartir con amigos las preocupaciones que de verdad nos tiene atrapados. Esa es también una buena noticia: tenemos un amplio campo de consuelo de compañía, de auténtico encuentro, si hasta ahora no lo estamos teniendo. Sé que es difícil romper rutinas de conversaciones triviales, debajo de las cuales estamos rumiando otras más intensas. Si, por ahí tenemos una salida a la soledad, que no es sinónimo de estar físicamente aislado. Muchas mujeres sabéis hacerlo mejor. Muchos y muchas tenéis vuestros "grupos de terapia" natural al alcance de vuestro corazón.

Todos sentimos la soledad. Nacemos y morimos solos. Bien es cierto que, aunque nacemos solos (la mayoría no tenemos la suerte de ser gemelos), enseguida nos abrazan. Pero tenemos que pedirlo con un buen lloro. Aprendamos a compartir.

La barrera entre salud y enfermedad mental no existe. Nos hemos aferrado a ella por muchas razones: organización sanitaria, tranquilizarnos pensando que eso solo les pasa a otros, etc. Nos ha ayudado a superar esa separación el creciente conocimiento del mundo emocional, la incorporación del del inconsciente, la creciente sofisticación acerca de las emociones por parte de toda la sociedad, etc.

Una burbuja a punto de explotar: es mucho pedir que el sistema sanitario absorba toda la demanda. Tal vez podamos pedirle que aumente sus recursos para mejorar la respuesta no farmacológica las persona puedan aprovecharlo. Le podemos pedir que aumente la formación de sus profesionales en psicoterapia. No nos perdamos en los métodos terapéuticos. Para curarnos tenemos que sentirnos conectados. Curan los terapeutas que, tras haberse trabajado personalmente, miran a los ojos al paciente, encuentran algo propio de lo que ven en ellos y acompañan en la dura tarea de releer la vida.

Goyo Armañanzas. Psiquiatra

Publicado por Diario de Noticias



Abrir chat
Hola 👋
¿En qué podemos ayudarte?