Dos años de pandemia. ¿Qué nos han enseñado? ¿Qué ha cambiado?
Estos dos años nos han enseñado muchas cosas, o nos las han puesto en las narices dándonos la posibilidad de aprender que:
- Somos frágiles, muy frágiles, como personas y como colectivo social.
- Constituimos una sola aldea global, por más que nos empeñemos con nuestros narcisismos excluyentes, en ser diferentes (superiores, claro) y en haber nacido en el mejor lugar del mundo.
- Sentimos mucho miedo, pero gran parte de él es inconsciente y tiene consecuencias importantes en nuestro cuidado individual y colectivo.
- Somos capaces de una gran solidaridad y cohesión ante el peligro, como vivimos en la primera ola.
- Somos capaces de una gran insolidaridad. Léase la falta de liberalización de patentes de vacunas y de una distribución mundial.
-Somos capaces de montarnos las historias negacionistas y conspiranóicas ante situaciones de indefensión. Hemos aprendido mucho acerca de los disparadores emocionales colectivos de estas manifestaciones.
- Las posiciones negacionistas, conspiranóicas, rechazo de vacunas, etc, se apoyan en parte en la desconfianza en los gobernantes que genera la corrupción.
- A pesar de conocer acerca de los mecanismos emocionales de esta situación, del miedo inconsciente, etc, los profesionales de la psicología, del trabajo con grupos, nos sentimos impotentes para ayudar a prevenir sus efectos y ayudar a una mejor salud mental colectiva. (Mas allá de lo que podamos difundir con este y otros escritos de compañeros).
- La vida es el mejor regalo que tenemos, compartirla y abrazarnos es lo mejor de ese regalo.
- Nos hemos sorprendido del enorme sufrimiento emocional que está aflorando en las personas. La pregunta que me hago es si lo ha provocado la crisis de la pandemia o ya estaba antes y solo está aflorando. En mi opinión, la pandemia ha servido para ayudar a que el sufrimiento que ya había se haya desbordado y se haya normalizado el pedir ayuda.
- Ha sido la experiencia de nuestras vidas que ha cambiado el mundo. Pues no: acabamos de estrenarnos con una guerra. ¿Nos servirá la experiencia de dos años para este nuevo desafío a nuestro vivir?