Desde muy joven quise dedicarme profesionalmente a las terapias psicológicas. En mi camino profesional he recorrido el ser médico, psiquiatra, psicodramatista, grupoanalista y docente en psicoterapia. La psicología es mi vocación, por ello, trabajo en psicoterapia, dejando a un lado el manejo de los psicofármacos que no resuelven los problemas, aunque sean necesarios en algunos momentos.
Durante el recorrido de ayudar en el sufrimiento emocional, me he especializado de dos herramientas fundamentales de las terapias psicológicas: la terapia de grupo y el psicodrama. Además de utilizarlos mucho, ayudo a que otros los apliquen; dirijo varios programas de formación para psicólogos y terapeutas.
Mi implicación profesional me ha llevado a ser socio de diferentes asociaciones de profesionales que trabajan con terapias psicológicas, particularmente con terapia de grupo y psicodrama: Sociedad Española de Psicoterapia y Técnicas de Grupo (SEPTG), Asociación Española de Psicodrama (AEP), International Association of Group Psychotherapy and Group Process (IAGP), Federación Española de Asociaciones de Psicoterapeutas (FEAP) y Asociación Española de Neuropsiquiatría (AEN). En todas, menos en las dos últimas, he tenido cargos de representación en sus Juntas Directivas.
La psicoterapia individual nos ayuda a vivir plenamente la vida que podemos vivir.
El terapeuta acompaña en la comprensión de los problemas y las dificultades.
No creí que llegara a verlo. En los ochenta y noventa, los psiquiatras queríamos ser psicoterapeutas además de recetar psicofármacos. Pasábamos por nuestra propia psicoterapia individual y/o de grupo como pacientes para, tras encontrarnos con nosotros mismos, poder acompañar a otras personas en ese camino difícil y fascinante.
Pasaron algunos años y fue evidente que en los servicios públicos de salud mental no había sitio para hacer psicoterapia. Me tuve que ir y abrir mi propia consulta. La Salud Mental pública se fue haciendo cada vez más biologicista. El tratamiento casi único era la medicación. Paralelamente, los residentes en psiquiatría fueron abandonando su búsqueda de una formación psicoterapéutica. En los centros de Salud Mental dominaban los abordajes rápidos de diagnóstico, tratamiento farmacológio y revisión al mes.
Todo ello, era en parte comprensible, en base a la enorme demanda y a la prioridad en abordar la enfermedad mental grave.
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