-¡Está guay jugar al esconderite! Ahora los mayores nos hacen sitios para desaparecer. ¿Ves aquella casa inclinada?: seguro que podemos saltar al primer piso.
- ¿Cual, Alí? casi todas están inclinadas.
-Da igual, a por Mo ¿Dónde le has visto?
-Por allí.
- ¡Eh, niños! ¡al refugio!
- ¡Corre!, el guardia!
- ¡Uff! Ese viejo no nos pilla. Aquí estamos bien.
-Oye Alí, me muero de aburrimiento.
-Mo sí que se va a morir de aburrimiento esperando entre los derrumbes...
-Tenemos todo el día.
-Tendremos que ir a comer ¿no Abdú?
- ¿Que dices?¡Que no, que no hay que ir a comer, ni a la escuela, ni a nada!
-Para ver donde cae. Me enseñaron en la escuela a contar la distancia a la que cae el rayo: cuentas los segundos desde que te das cuenta hasta que se oye. Si son nueve segundos, ha caído a un kilómetro.
- ¡Pero que tonto eres, Alí! No has entendido nada, esto no son rayos. Tienes que volver a la escuela para que te arregle tu cabeza rota. Ya ha pasado, vamos a por Mo.
-Oye, Abdú, es un rollo jugar al esconderite, ahora hay demasiados sitios.
-Vale. ¡Moo! ¿Me oyes? ¡que vamos a jugar a la guerraaa!
-Con permiso, Mohamed, quiero proponer un juego a mi hija.
-De acuerdo, Abraham, a condición de que habléis bajo y no os quitéis los antifaces.
-Entendido. Rebecca, hija, jugamos al toco-toco.
-No conozco ese juego.
-Sii, hija, es como el veo-veo pero con tocar: toco-toco.
-Ya...
-Vale. Empiezo yo: toco-toco una cosita que empieza por ¡S!
- ¡Silla!
- ¡Acertaste, hija! Ahora tú. Espera... Ya ha pasado el ruido, sigue.
-Y eso ¿qué ha sido, papá?
-Ya te he dicho: nos han llevado al sótano para protegernos porque están rompiendo el edificio para hacerlo nuevo. Te toca.
-Toco-toco una cosita que empieza pooor ¡L!
-Luz.
- ¿Como vas a tocar la luz papá?
-Ya. Pueees ¡lazoo!
- ¿El del pelo o el de los zapatos?
-Da igual, he acertado. Ahora yo, hija: toco-toco una cosita que empieza pooor ¡M!
- ¡Mar, papá!
- ¡Como vas a estar tocando el mar ahora! ¡Si estuviéramos jugando al huelo-huelo, aún!
-Pues... ¡Mano, papá! br>
- ¡Sii!
- ¿Puedo jugar con vosotros, Abraham?
- Bueno. Pero... tú puedes ver, ¿no?
-No porque se nos ha ido la luz con la última explosión.
-Vale, pues empieza tú.
-Toco-toco una cosita que empieza pooor ¡G!
-Gorra.
-Noo.
-Guantes.
-Tampoco. No es tan difícil, Abraham.
-Ya, gatillo. Quiero decir un gato pequeño, hija. Me entiendes, Gazal.
- Te entiendo, pero no iba a poner eso. Os lo digo, es gafas. Llevo gafas.
- ¿Dónde está el gatito? ¡quiero tocarlo, papá!
-Que es de escayola Rebeca. No te empeñes en verlo, no te puedes quitar la venda de la gallinita ciega y además no hay luz.
- ¡No eres un buen papá!
-Tu papá es estupendo, Rebecca.
-Papá, ¿todos esos niños en la cola con los cuencos?
-Si, es en Belén, Palestina.
- ¿Cómo van a pasar la Navidad?
-Muy mal.
-Mamá, yo no quiero roscón de Reyes.
- ¿Por qué, hijo?
-Porque ellos no tienen nada.
-Porque ellos están sufriendo tú tienes el deber de vivir y gozar todo lo que puedas. Por ellos precisamente. ¿Ves ese niño que esté en esa cola esperando la comida? Pon que se llama Mo. Debes disfrutar por los dos cuando estrujes el bizcocho en la boca y la nata se te desparrame por dentro. Luego le mandas tu pensamiento de amor. Sentirte culpable y mal por lo que tienes es una mierda.
-Lo que es una mierda es que no me hayan echado los Reyes la ametralladora-infrarrojos.
- ¿Ves lo que pasa por usar esas palabrotas?
- ¿Quiénes son los buenos en esa guerra, papá? ¿los palestinos o los israelitas?
-No sé explicártelo fácil, hijo.
-Cuando jugamos a la guerra primero hacemos buenos y malos.
-Me resulta más fácil decirte quienes son los malos.
-Pues ¡ya está! Eres tonto, los que no sean los malos, serán los buenos. ¿Quiénes son los malos?
-Los malos son los que matan, todos los que matan.
-Y ¿cómo se les distingue? ¿Qué color llevan?
-De todos los colores.
- ¡Vaya lío!
- Más todavía: los malos son los que matan, los que les compran las armas y los que se las ponen en las manos.
- ¿A que jugamos?
-De pequeño yo jugaba a tres navíos en la mar, la gallinita ciega...
- ¿Por qué estaba ciega la gallinita, papá?
- ¡Me agotas hijo! Eso será el cuento del año que viene.
Gracias Julián. Yo tengo que recordar la solidaridad que nos sostiene cada día, la pasión de nuestro trabajo como psicoterapeutas en la que tratamos de ayudar a las personas a ser felices. Lo bueno del ser humano está cada día en mil sitios, en la sonrisa con que me han puesto hoy un café, en la fábula de los Reyes Magos que alimenta a nuestros niños y nos ha alimentado.
Chucho
4 months ago
Esta narración breve, presenta un relato sencillo (fácil de entender), pero muy profundo con moraleja final.
Este cuento describe hechos reales y terribles que están sucediendo ahora y, parece, nadie los puede controlar.
Ante la gravedad de los hechos, parece que no es un tema propio para un cuento infantil, pero la creciente intensidad que presentan los personajes, niños, y las preguntas que suscitan, creo que es un buen cuento por la verosimilitud de los hechos y, ante la situación desbordante que, ofrece, vive el padre, podría ser un cuento muy aprovechable para estudiar, debatir y sensibilizar a la población, infantil y adulta, en guerras, el sufrimiento y las injusticias que sufren muchos niños y adultos en el mundo.
Este cuento podría valer como introducción a un debate de sobremesa entre amigos compaginando con nuestras canciones favoritas, que son las que elevan los espíritus.
Gracias Claudio. Si, un cuento bastante real. Somos sapiens, incluso para poner nuestros instintos más perversos fuera de nosotros para que sean metabolizados colectivamente en forma de guerras. Desde la psicología y la psiquiatría tenemos la responsabilidad de ayudar a entender como las guerras son alimentadas por nuestros prejuicios raciales, intereses y demás. Una psicoterapia colectiva. El trauma transgeneracional judío, la terrible matanza del holocausto, no procesada, trae esta matanza de hoy dos o tres generaciones después. «Quien no aprende de su historia, está condenado a repetirla»
Algunos han dicho triste. No lo siento así. Los niños son lo mejor. Nuestro niño interior, que persiste si le dejamos, puede seguir jugando, como yo lo hago al final con las palabras.
Ana Ligia Monge Quesada
4 months ago
Muy conmovedor con una gran tristeza de tanto dolor y pérdida de humanidad. Ante tal incomprensible trajedia apoyemos todas las iniciativas de paz. Y elevemos nuestra voz para que llegue un mensaje de amor y paz del resto del mundo a tantas personas sufrientes. Gracias por este cuento
Gracias a ti, Ana Ligia. El que podamos estar unidos en esta batalla, a través de un océano que nos rodea, da esperanza. Tenemos todo un año para hablar de las emociones, miedos e intereses individuales que se conectan inconscientemente para crear el monstruo de la guerra y sus acólitos. La sociedad, cada vez más sofisticada acerca del conocimiento de lo psicológico y lo emocional, tiene mas posibilidades de entender para parar estas locuras.
Javier Aisa
4 months ago
Me faltaría algo estos días, si no leyera el cuento de Goyo. Gracias.
Bello, íntimo, dulce a pesar de la dureza de la vida cotidiana que describe. Pero, precisamente, porque salta de la realidad a la imaginación, al deseo, a la humanidad…nos vale muy bien para la reflexión, para contarlo, para sentirlo.
Con ese diálogo incisivo en su sencillez, en su bondad, en el afecto del padre y las ganas de jugar de la infancia, está muy claro, y coincido, en la frase que quienes son los malos verdaderos. Las poblaciones siempre quedan atrapadas !!! Que el cuento nos sirva para que no nos olvidemos de esta guerra y otras más desconocidas. Cuanto más difícil es la salida, más necesario es el compromiso y el ingenio.
Estupendo, Goyo. Que en este año nos acompañe la emoción y las ganas de vivir en paz. Más allá de los buenos deseos, resulta imprescindible, si no queremos vivir en la oscuridad y ver el mar, la luz, como dices.
Gracias Javier. Me da miedo que tú que eres experto en guerras, y otros, caigáis en el fatalismo de pensar que estas son inevitables.
Fanny Vado Hernandez
3 months ago
Me hace pensar , que la niñez tiene derecho a jugar , ser feliz, vivir en libertad , que si les traemos al mundo sea para que vean la luz clara, contarles la verdad, y no traerles para que vivan en encierros ,
sufriendo guerras de hambre , guerras de fuego . Consecuencias de los conflictos de los adultos.
Gracias Fanny. Es abrumador pensar en la responsabilidad que tenemos sobre nuestros niños, como dices. Todo lo que nos cuidemos a nosotros cuidará de ellos. Sigamos ese camino y nuestra vida habrá tenido un sentido tan maravilloso como el de los regalos de los Reyes, Olentzero, Santa Claus y todos los demás. Si, los Reyes son los padres, hagamos que lo sean de verdad.
Ileana Páez
3 months ago
Pienso y espero que si hayan padres que están haciendo el tremendo ejercicio de dar a sus hijos momentos lúdicos, me hace recordar la película «la vida es bella». ¿Cuántos habrán así? Pienso en la indefensión aprendida, en la desesperanza recibida generación tras generación. Pienso en estos que compran y ponen armas en manos de otros y no ven el dolor que nos causan a todos. Un cuento muy fuerte, que ya deberíamos haber aprendido a no pasar por allí. Que tristeza,
gracias Ileana. Tenemos mucho que trabajar para seguir protegiendo a las generaciones que vienen. Me dicen como tú, que el cuento es duro; yo no lo siento tanto. Por alguna razón lo vivo como un paisaje natural. Tal ves porque lo conozco desde que la Guerra Civil afectó a mis ancestros, En Guatemala también sabéis de esas cosas. Aprendamos juntos.
Pienso en la profunda tristeza y vergüenza que me produce ser parte del género, supuestamente, humano al que pertenecen aquellos desalmados.
Gracias Julián. Yo tengo que recordar la solidaridad que nos sostiene cada día, la pasión de nuestro trabajo como psicoterapeutas en la que tratamos de ayudar a las personas a ser felices. Lo bueno del ser humano está cada día en mil sitios, en la sonrisa con que me han puesto hoy un café, en la fábula de los Reyes Magos que alimenta a nuestros niños y nos ha alimentado.
Esta narración breve, presenta un relato sencillo (fácil de entender), pero muy profundo con moraleja final.
Este cuento describe hechos reales y terribles que están sucediendo ahora y, parece, nadie los puede controlar.
Ante la gravedad de los hechos, parece que no es un tema propio para un cuento infantil, pero la creciente intensidad que presentan los personajes, niños, y las preguntas que suscitan, creo que es un buen cuento por la verosimilitud de los hechos y, ante la situación desbordante que, ofrece, vive el padre, podría ser un cuento muy aprovechable para estudiar, debatir y sensibilizar a la población, infantil y adulta, en guerras, el sufrimiento y las injusticias que sufren muchos niños y adultos en el mundo.
Este cuento podría valer como introducción a un debate de sobremesa entre amigos compaginando con nuestras canciones favoritas, que son las que elevan los espíritus.
Gracias por tu comentario con ideas creativas de aplicación práctica. Moraleja:¡podemos hacer tantas cosas!
Gracias por el… ¿Cuento?
Ayer oí: «Sapiens, un apellido errado».
Gracias Claudio. Si, un cuento bastante real. Somos sapiens, incluso para poner nuestros instintos más perversos fuera de nosotros para que sean metabolizados colectivamente en forma de guerras. Desde la psicología y la psiquiatría tenemos la responsabilidad de ayudar a entender como las guerras son alimentadas por nuestros prejuicios raciales, intereses y demás. Una psicoterapia colectiva. El trauma transgeneracional judío, la terrible matanza del holocausto, no procesada, trae esta matanza de hoy dos o tres generaciones después. «Quien no aprende de su historia, está condenado a repetirla»
Muy conmovedor. Gracias Goyo.🤗😇🎄🎁
Algunos han dicho triste. No lo siento así. Los niños son lo mejor. Nuestro niño interior, que persiste si le dejamos, puede seguir jugando, como yo lo hago al final con las palabras.
Muy conmovedor con una gran tristeza de tanto dolor y pérdida de humanidad. Ante tal incomprensible trajedia apoyemos todas las iniciativas de paz. Y elevemos nuestra voz para que llegue un mensaje de amor y paz del resto del mundo a tantas personas sufrientes. Gracias por este cuento
Gracias a ti, Ana Ligia. El que podamos estar unidos en esta batalla, a través de un océano que nos rodea, da esperanza. Tenemos todo un año para hablar de las emociones, miedos e intereses individuales que se conectan inconscientemente para crear el monstruo de la guerra y sus acólitos. La sociedad, cada vez más sofisticada acerca del conocimiento de lo psicológico y lo emocional, tiene mas posibilidades de entender para parar estas locuras.
Me faltaría algo estos días, si no leyera el cuento de Goyo. Gracias.
Bello, íntimo, dulce a pesar de la dureza de la vida cotidiana que describe. Pero, precisamente, porque salta de la realidad a la imaginación, al deseo, a la humanidad…nos vale muy bien para la reflexión, para contarlo, para sentirlo.
Con ese diálogo incisivo en su sencillez, en su bondad, en el afecto del padre y las ganas de jugar de la infancia, está muy claro, y coincido, en la frase que quienes son los malos verdaderos. Las poblaciones siempre quedan atrapadas !!! Que el cuento nos sirva para que no nos olvidemos de esta guerra y otras más desconocidas. Cuanto más difícil es la salida, más necesario es el compromiso y el ingenio.
Estupendo, Goyo. Que en este año nos acompañe la emoción y las ganas de vivir en paz. Más allá de los buenos deseos, resulta imprescindible, si no queremos vivir en la oscuridad y ver el mar, la luz, como dices.
Javier
Gracias Javier. Me da miedo que tú que eres experto en guerras, y otros, caigáis en el fatalismo de pensar que estas son inevitables.
Me hace pensar , que la niñez tiene derecho a jugar , ser feliz, vivir en libertad , que si les traemos al mundo sea para que vean la luz clara, contarles la verdad, y no traerles para que vivan en encierros ,
sufriendo guerras de hambre , guerras de fuego . Consecuencias de los conflictos de los adultos.
Gracias Fanny. Es abrumador pensar en la responsabilidad que tenemos sobre nuestros niños, como dices. Todo lo que nos cuidemos a nosotros cuidará de ellos. Sigamos ese camino y nuestra vida habrá tenido un sentido tan maravilloso como el de los regalos de los Reyes, Olentzero, Santa Claus y todos los demás. Si, los Reyes son los padres, hagamos que lo sean de verdad.
Pienso y espero que si hayan padres que están haciendo el tremendo ejercicio de dar a sus hijos momentos lúdicos, me hace recordar la película «la vida es bella». ¿Cuántos habrán así? Pienso en la indefensión aprendida, en la desesperanza recibida generación tras generación. Pienso en estos que compran y ponen armas en manos de otros y no ven el dolor que nos causan a todos. Un cuento muy fuerte, que ya deberíamos haber aprendido a no pasar por allí. Que tristeza,
Saludos desde Guatemala. Ileana Páez
gracias Ileana. Tenemos mucho que trabajar para seguir protegiendo a las generaciones que vienen. Me dicen como tú, que el cuento es duro; yo no lo siento tanto. Por alguna razón lo vivo como un paisaje natural. Tal ves porque lo conozco desde que la Guerra Civil afectó a mis ancestros, En Guatemala también sabéis de esas cosas. Aprendamos juntos.